jueves, 23 de junio de 2022

Pepe Luis Segura, “el apoderado independiente”

Eran las dos de la madrugada, de un martes 21 de junio de 2022, el calor arrasaba por la calle Cuna, y no era la primera ola de este infernal verano. A pocas horas de que la mayoría de los tertulianos reanudasen su actividad laboral. Donde el personal estaba entre el deseo de seguir y el apoderamiento de un reloj que dictaba que todo llega a su fin. Y aunque la faena era maravillosa no podía derrumbarse ante el pecado de estirarla.

Cinco horas antes, el presidente de la “Tertulia Taurina del Porvenir” Fernando Vera, oteaba por el infinito de la Calle Laraña, nervioso perdido, ya que el invitado estaba presente y los tertulianos se demoraban en una relajación sureña. Pepe Luis Segura ya marcaba los terrenos de lo que era su filosofía: personalidad, fidelidad y respeto a los profesionales del mundo del toro.

Ya en las tablas de la mesa de casa Pando, allí es donde brotó el Pepe Luis Segura más auténtico, el enamorado y el apasionado del toro, el que ha vivido distintas facetas de este mundo. Primero como matador de toros, donde él se acusa a sí mismo no haber triunfado, en una maravillosa atribución casual interna de no saber coger el tren de la oportunidad, que en muchos momentos te sitúa el mundo del toreo y al que algunos privilegiados sí han sabido subirse y a otros le ha faltado lo que él llama esos dos puntos que te suben al olimpo de la tauromaquia.

A todos los matadores que apoderó les recuerda con admiración, afecto y cariño. Pero no el cariño paternal y proteccionista, que es el que ha llevado al declive a muchos toreros, sino el cariño que te hace compartir momentos únicos en el templo más sagrado, que no es otro que un coso taurino. De José Antonio Campuzano, ese pionero que al final se convirtió en un desaire, de Ortega Cano y sus divertidos días paseando por América, de Julio Aparicio - el 92 el año de muchos carteles y pocas orejas -, de Jesulín, el fenómeno que iba y volvía, de Bejarano, la condescendiente charla en un hospital, de Emilio Muñoz y sus enredadas circunstancias, de Manili y su impronta, de El Cordobés y su intrépidas formas y otros muchos que rellenan una lista con casi todos los toreros de éxito de los años 80 y 90 en el panorama taurino español.  Y como todos, y qui
en diga que no, miente, como el profesor que tiene a su alumno preferido quizás no el más listo sino el más curioso, o el entrenador de fútbol que tiene a su futbolista preferido quizás no el que más goles meta sino el que más sabe plasmar sus técnicas, del apoderado su preferido quizás no es el que mejor toree sino el que mejor plasma su sello, que no es otro que  la fidelidad y la independencia. Para él es  Ruiz Miguel”, él lo denomina el buque insignia de su casa y presume que todavía tiene en su despacho de Nervión la cabeza del toro de su despedida, “Madroñito” que le brindó en su despedida.

Pero sin duda, lo que más nos cautivo fue su condición humana, de diplomático negociador acompañado de dosis elevadas de pasión, contándonos los entresijos de distintas negociaciones, los límites de donde se tiene que llegar al decir que NO, como esa corrida de Julio Aparicio en Guadalajara que le orientó su torero a no torearla. Los tiempos en que se mueven los empresarios, el daño del empresario metido a apoderado - cambios de cromos - que degeneran la fiesta. Y cómo le sudaba la espalda en algún que otro farol, pero él, que es una especie prácticamente a extinguir y sabe que cuando se da la mano,  hay que llegar hasta el final y hasta las últimas consecuencias.

Con Pepe Luis Segura te enamoras de un hotel de Madrid, llegas al éxtasis narrándote negociaciones, te adentras en sus nervios en cualquier callejón de las diversas plazas de España, y sobre todo viajas a una España antes del milenio maldito, donde se absorbía toros y se bebía el aroma puro de una fiesta muy viva. El reloj en nuestra tertulia nunca marcaba las dos de la mañana, es que nuestra tertulia sumó esos dos puntos que nos hacía falta para llegar a la excelencia porque nos visitó Pepe Luis Segura.


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